Carmen y Lorenzo II

Para Carmen la tarde no solamente tenía el olor del sol madurando brotes: tenía el olor de ella madurando su futuro.

Todo le gustaba de Lorenzo: esa forma tan directa de decir las cosas sin dejar lugar a más de una interpretación, el hecho de que estuviera interesado en casarse, la espalda ancha que se mecía al  paso del caballo, los brazos fuertes y minados de músculos que se tensaban al tironear las riendas, toda la inmensidad de tierras que estaban recorriendo, ese mirar tan altanero como el de ella.

Seguramente le hubiera convenido mil veces un hombre debilucho e inexperto de esos que una mujer puede engatusar a su antojo pues no conocen aun las maldades de este mundo, uno crecido bajo las faldas de su madre asustadiza que proporciona comodidades sin demandar más tiempo ni trabajo que el de limpiar un mueble. Pero a veces no hay explicación para las decisiones que se toman en esta vida y por más que la razón y la experiencia manden una cosa, uno se comporta como un desconocido para su propio sentido común, que no entiende nunca de instintos satisfechos ni de la autocomplacencia en los desafíos ganados. Así Carmen jugó con Lorenzo todos y cada uno de los juegos de palabras, de miradas y sonrisas que debía jugar, mientras recorrían el predio alrededor del precario rancho recién levantado donde en un futuro no muy lejano sembrarían más árboles, serían más altos y fuertes los eucaliptus que ya estaban, harían una senda hasta los gallineros y corrales que aún no levantaban que albergarían a los animales que aun no habían comprado. Y es que Lorenzo ya hablaba en «nosotros», pues decía cosas como: «Y acá podemos poner una despensa para almacenar grano, justo entre la casa y los gallineros» o «Y más adelante cuando tenga chanchos podemos poner acá la despensa para secar jamones y chorizos».  A esas frases Carmen respondía con la mecánica secuencia de gestos de asentir, sonreír y observar. Observar cómo la desconcertaba Lorenzo: de a ratos sonriente y entusiasmado como un crío desprevenido, de a ratos inteligente y astuto como un animal de monte. Era tan equilibrado el vaivén entre los semblantes que Carmen no se decidía por si predominaba uno u otro. 

La tarde se fue en planes, en proyectos, en un ritual prolongado de macho tratando de seducir a su hembra sin bailes extraños ni plumas desplegadas al sol como suelen hacer las aves, sino en una exhibición que asegurara la futura abundancia económica, como suelen hacer algunos humanos que necesitan formalizar. Y ese macho había tenido éxito, pues acompañó a Carmen de regreso al almacén, la ayudó a bajar del caballo y antes de que ella entrara le dio un beso firme mientras la sostenía por un brazo de la cintura, terminando de sellar sin palabras su noviazgo y su posesión sobre ella. Cuando separaron sus bocas solamente le dijo que no le gustaba que su futura esposa trabajara de sirvienta ni viviera ahí, así que mañana al mediodía vendría para hablar del asunto. Carmen entró al patio por la puerta trasera de la casa, radiante de satisfacción cuando la escena la pasmó con una sensación similar al asco: al fondo del patio (o al inicio si se sale de la casa principal), bajo un alero de chapa, sentados en unas incómodas sillas, la Señora García, Paca y un joven que nunca había ella visto tomaban mate alrededor de unos pastelitos puestos en un plato y de un insulso ramo de flores lilas. Sin dudas ese era el que había mandado la caja azul con el broche de plata.

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16 respuestas a Carmen y Lorenzo II

  1. annefatosme dijo:

    Carmen y Lorenzo forman una pareja que me cae muy bien, dejas adivinar temperamentos apasionados, con los pies en la tierra, apegados a ella, una mezcla primitiva muy atrayente.
    Un abrazo y enhorabuena, esto marcha viento en popa.

    • Me gusta que te atraigan! (confieso que a mí también) pero todo tiene sus respectivas causas y sus respectivos destinos, los apasionados y los tímidos, todo es cuestión de ir descubriéndolo, y te juro Anne que me encantaría hacerlo más rápido. un abazo enorme para vos y GRACIAS POR ESTAR SIEMPRE!

  2. Ernesto dijo:

    Nos has regalado todo el proceso de requiebros y cortejo del hombre ante la mujer, fuertes ambos en sus deseos, en su planteamiento de lo que debe ser el matrimonio en unas tierras duras y difíciles. Cuando he comenzado a leer la primera impresión que tiene Carmen de ese Lorenzo montado a caballo y altanero, el subconsciente me ha hecho recordar a Chabuca Granda cantando su «José Antonio», y he escuchado a Carmen exclamando aquello de «¡Qué hermoso que es mi chalán! ¡Cuán elegante y garboso! Sujeta la fina rienda de seda, que es blanca y roja.»

    Sigo enamorado y pendiente del relato. Gracias Claudia. ¡Quiero más!

    Un beso enorme.

    • La geografía de estas tierras a veces traspasa las almas y se mete en los cuerpos, las tierras difíciles son un reto que templan el carácter!
      Honrada por tu recuerdo de la canción de semejante mujer!, Eso me indica que el clima va por buen camino…Gracias querido Ernesto!! Ojalá me pueda arrancar los post con más velocidad para acortar la espera. Un beso grande!!.

  3. A.B. dijo:

    Excelente entrega de Carmen y Lorenzo, una pareja que desata las ganas de leer más, de querer saber lo que sucederá a continuación, definitivamente un relato seductor. Un abrazo.

  4. minicarver dijo:

    Coincido con Anne, me gusta esta pareja, me gustó el diálogo anterior y extrañé el mismo en esta parte. pero sigo con interés a esta pareja y a la otra también. Saludos

    • Gracias Minicarver, y me apunto tu observación!, iba a insertar un diálogo, pero se me hacía muy extensa la entrada si quería que no quedara artificial. creo que voy a empezar a prescindir un poquito de la «comodidad del lector» en cuanto a lo extenso en función de sustentar mejor la historia. Gracias otra vez (dicho muy en serio) y un abrazo grande.

  5. javi dijo:

    Genial la pareja formada por Carmen y Lorenzo. Temperamento y personalidad. Todo lo contrario que Paca y Jose que bajo el paraguas de la Sra. Garcia van a vivir un noviazgo «como Dios manda» y luego cuando decidan juntar sus vidas no sabran nada el uno del otro. Pobre Paca, la que le espera.
    El relato sigue vivo. Espero la siguiente entrega con impaciencia.
    2bEsOs!

    • Hasta hace no mucho tiempo, los novios corrían con esa suerte: conocerse cuando ya no podía haber marcha atrás y nada podía hacerse: un enorme problema! Sobre todo en ese contexto donde ser temperamental e impulsivo podía enaltecer al hombre pero, sin duda alguna, poner en lo más bajo a las mujeres. Cocinando la próxima enrega nos encontramos, así que un beso GRANDE y sigo trabajando!

  6. Concha Huerta dijo:

    Nos estas empapando de matices de esta pareja tuya. Carmen y Lorenzo una aventura endos vidas que nos vas descubriendo. Sigue por favor. Saludos

  7. zambullida dijo:

    Llevaba tiempo sin pasarme por la blogosfera… He estado leyendo textos tuyos atrasados. Los personajes son fantásticos y la historia sigue enganchando. En este texto se palpa sobre todo pasión. Sin embargo, la pasión, aun necesaria, suele ser mala consejera. Veremos a ver. Parece que nos tienes a todos en ascuas.

    • Nunca es tarde para pasar a ver algo que nos guste y/o nos entretenga Zambullida!. Yo bien te entiendo porque tengo momentos que a gatas alcanzo a encender la pantalla unos pocos minutos, pero en cuanto me hago huecos en las tareas, también me pongo al día con blogs de amigos. me alegro que te entusiasme la historia…que todavía no está ni escrita ni decidida del todo…van viendo lo que va surgiendo (así las fallas a veces pero la «primicia» tiene sus defectos). Pasá cuando puedas y quieras. Un abrazo!

  8. chrieseli dijo:

    Me ha sorprendido la parsimonia que nos transmites en este paseo por la vida futura de tus personajes. Hechos como aquellos eran, tal vez, bastante frecuentes en aquellos años, donde dos pares de manos avanzaban más que uno solo. Me he quedado rumiando algunas frases tuyas, asintiendo mientras iba leyendo, sobre los avatares del destino.
    Me queda la pregunta aún dando vueltas, ¿por qué Carmen sintió esa desazón al llegar a casa? Espero con impaciencia la próxima. Tienes el don querida amiga, no me lo puedes negar.
    Un abrazote

    • Sin duda la necesidad de avanzar, de ser provisto de cuidados doméstico era más la causa de los matrimonios que los enamoramientos románicos en sí mismos (lo que no quiere decir en absoluto que no existieran estos…como ya se verá también). Me alegro por el acierto con la forma del «relato a futuro», que cumpliera con su cometido…y en cuanto a tu pregunta: ya me explayaré sobre eso a su tiempo 😉
      Gracias por tu visita y tu comentario Chrieseli, un abrazo grande!

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